Germán pasó el día en casa mientras terminabamos la condenada monografía. Anita también vino a darnos una mano, y Luana vino a darnos apoyo moral. Le armamos una improvisada cuna en mi cama con el acolchado y las almohadas; parecía a gusto allí.

Almuerzo: chivitos y panchos de la Pasiva.
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